No es una novedad literaria, ni se publicó recientemente… no es un libro de ochocientas páginas, ni contiene un argumento intrincado en el que se olvide el nombre de los personajes. Es un libro sencillo que trata de los temas sencillos pero a su vez más trascendentes…
En primera instancia, podría confundirse con una obra de tintes religiosos, pero en realidad no es así, pues más bien radica en las convicciones que en las creencias. De hecho, da la impresión de que en el mismo se defiende un ideal universal y no una ideología en particular…
La magia de la obra, además del talento evidente con el que cuenta su autor, está relacionada con la combinación entre la espiritualidad y la narración. Sin embargo, lo que más destaca en la misma es la pretensión continua de su protagonista, que consiste en alcanzar su historia personal a través del dominio del lenguaje del mundo. Es por ello que a lo largo de todo el libro se repite la enigmática palabra en árabe “Maktub” (“está escrito”).
Por supuesto, se trata de “El Alquimista”, de Paulo Coelho; cuya lectura suele ser habitual durante estas fechas en las que la inminencia del nuevo año nos lleva a hacer balance y replantearnos nuestras metas. En ese sentido, esta obra es una de las que más se regala en Navidad, puesto que su función en cierto modo de “auto ayuda” cubre perfectamente esa necesidad de inaugurar el año con propósitos renovados y energías recargadas.
El protagonista es un pastor que decide vender sus ovejas para iniciar un viaje a las pirámides de Egipto siguiendo las señales propiciadas por un sueño. En ese trayecto, descubrirá que todos y cada uno de los acontecimientos tienen un sentido, una razón de ser para llegar a ser quien es… un aprendizaje que le demostrará que existe un alma universal que se alía con las personas que luchan por aquello en lo que creen y siguen su historia personal…
En definitiva, el mundo del Alquimista nos ofrece las señales necesarias para seguir a la ilusión, para descubrir que lo que en un momento dado parece un desastre puede constituir el motor de arranque para cumplir un sueño. El Alquimista nos demuestra que existe un Lenguaje del Mundo que nos permite entender al universo en su perfección y que la capacidad humana para conseguir los mejores objetivos es infinita.
Ahora bien, todo lo anterior se presenta con una sencillez y una emoción tal, que la esencia del Alquimista traspasa ese espíritu del que tiene sueños, ilusiones, pasiones y esperanza… Por tanto, si no has leído “El Alquimista”, te lo recomiendo.